viernes, 2 de mayo de 2014

Tengo ganas de vivir contigo. Sí, vivir. Convivir. Revivir y hasta morir. Mirarte hasta que se me cansen los ojitos y tengas que llevarme a la cama cogida en brazos porque el sueño ha podido conmigo. Y seguir intentando cada mañana memorizar desde la primera hasta la última parte de tu cuerpo en mi retina, en la mente, el corazón. 
Quiero que te canses de mis palabras y las tenga que reinventar cada noche sobre la almohada.
Que me revuelvas el cuerpo y alma en cada metro de nuestro colchón. 
Aprender a saber esperarte, a desear que pasen las horas para poder volver a tenerte entre mis brazos. A quererte, amarte, soñarte, a volverme aún más loca por todos y cada uno de tus huesos. Hasta devorarte el corazón.


viernes, 30 de agosto de 2013

Ojalá la Luna



Si miras a la luna verás que tiene el gesto acongojado, que su mirada se fija en el suelo, que tiene un semblante de terror. Y ¿Por qué? Yo pienso que por todos y cada uno de los enamorados, correspondidos o no, que le cuentan sus penas y terrores. De aquellos mentirosos que prometen bajarla para su inocente enamorada, y sólo piensan en follar. y qué decir de aquellos solitarios amorosos, que ven cómo su amada le baila el agua a otro... 
La luna siempre ha estado ahí, pasea cada noche, y cada noche un enamorado diferente la busca para maldecirla. Yo quiero conocer a la luna. Ella debe saber sobre todo tipo de romances. Ya existía su fama de compañera para la noche cuando Paris y Helena se vieron por primera vez. Y estuvo presente mientras Marco Antonio huía de la batalla porque su amada Cleopatra se retiraba. Y seguro que si los Capuleto y los Montesco existieron, ella hubiera sufrido junto a Romeo la aparente muerte de Julieta.
Y toda esta historia para qué, dirás. Es sencillo: quiero que la luna nos conozca, que nos guiñe un ojo cuando nos vea pasar, y nos alumbre en las noches más oscuras que tengamos que vivir. Que nos arrope y acompañe con estrellas cuando las ojeras nos hayan crecido y los sollozos de un bebé broten desde la habitación de al lado.  
Y ojalá convertirnos en leyenda, y que la luna supiera que hay personas que aún creen en su magia. Ojalá algún viejo poeta escribiera sobre nosotros. Ojalá tu pelo negro, tus labios rosados y tus manos colándose en las grandes historias de amor conmigo. Ojalá alguien desconocido llegase a admirarnos, y pueda pensar que existe el amor verdadero, que existieron dos personas que no rompieron sus promesas, que ni el destino los quiso (ni pudo) separar. 

lunes, 12 de agosto de 2013

Hace mucho que no escribo, y tus manos se merecen un guiño por aquí. Cómo describir aquello que te conduce al camino de la locura cuando se le antoja pero nunca te suelta del todo, no sea que te pierda. Vía directa al corazón, a saber que existe algo que con sólo rozarte ya te saca sonrisas. ¿Se puede ser adicta a unas manos? No lo sé, pero puedo decirte que a una caricia sí se puede una persona enganchar. He comprobado que después de 30 minutos exactos estando a tu lado, si no me rozas el cuerpo con tus manos, es como si algo me faltara. Y ya no hablamos de cuando pasa una hora y ni si quiera te tengo a mi lado, ni me recuerdes los días enteros en los que no he podido tenerlas sobre mí. Cada persona tiene una historia, eso es normal, y todas las personas tienen vicios... entonces es ahora cuando te digo que mi vicio eres tú, y vivo enganchada a tus manos, para que jamás me suelten, que nunca permitan que esta loca se separe de su locura. Y que cada noche pueda volver a imaginar que tus manos me acompañan y me tocan una nana al compás de unos suspiros. 

martes, 16 de julio de 2013

A veces necesito verte para creerme a mi misma


Debo haberte dado las gracias, y haberte imaginado así tantas veces como me ha sido posible, pero aun así creo que no son todavía suficientes. No me salen las cuentas, y me sale a devolver cientos de noches durmiendo mal y tarde, pensando en cómo podría decírtelo, sin contar aquellas en las que llorando me he insultado a mi misma por no tener el valor que se necesita para hacerlo.  
Y ahora, gracias a ti, creo que he cruzado la delgada línea en la que me atrevo a decírtelo todo, que es sólo una cosa, pero que si no se dice con el corazón no sirve de nada. Supongo que hasta podría ver la muerte como algo bonito si me llega abrazada a ti, sin importarme nada. Y ojalá no me sueltes nunca. Nunca antes me había gustado tanto sonreír como ahora, ni abrazar a alguien, ni sentir dependencia. Y menos mal. Espero que tengas bien guardadas en tu habitación (y en tu corazón) todas las sonrisas que me sacas. Y de las lágrimas no te preocupes, siempre y cuando seas tú el que me consuele, no me importa llorar. Valoro mucho las sonrisas que surgen gracias a ti, ¿sabes? porque tu eres la única persona que tiene un millón de motivos (o quizá sólo uno) para hacerme llorar, y claro, no podría soportar la distancia si dura más de siete días.

lunes, 15 de julio de 2013

Que yo lo descubrí mucho antes.



Y qué decirle a los miedos cada vez que aparecen para recordar que: Eh, cualquier día podría encontrar a una mejor que tú. Nada. Y piensas en cosas bonitas, como la primera vez que quedasteis, la primera vez que te cogió de la mano, la primera vez que comisteis juntos, la primera vez que te invitó a subir a su casa, el primer beso. Y te escudas en eso, y en el tiempo que llevabas esperándole, todo ese tiempo en el que a pesar de no atreverte a decirle nada sobre cuánto le querías, sí que te prohibías enamorarte de otro, tirar la toalla, dejar de esperar. ¿Esperar a qué? A que por fin descubra que la contestación a cada: "Oye, y a ti quién te gusta" sea: Tú. Y que después de eso le puedas decir por fin todo lo que sientes. Que te encantan sus bromas, incluso las que no tiene gracia. Y la forma como camina, como si el mundo se parase para dejarle paso hacia su destino, y que deseas que ese destino seas de por vida tu, vuestras bocas siendo una y cada mano entrelazada tras la espalda. Y también te quedas con ganas de decirle que te mueres por verle dormir, que pasarías noches enteras despierta por arroparle cada vez que se destapara, y que gastarías cuatro carretes de fotos en él mientras amanece y el sol comienza a despertarle y se queja, maldiciendo al sol, y mostrando esa sonrisa (que te tiene loca) al verte a su lado. Y que no te importaría beber cada mañana café caliente si lo has preparado para compartir con él. Y que quieres prestarle un millón de libros, y escribirle el doble de textos, que hablen de él, y de vosotros, y lo que sientes desde siempre por él. Y qué decir de las pelis, que todas las que vieses a su lado pasarían a ser de tus favoritas por el simple hecho de haber compartido con él palomitas mientras tú acomodas la cabeza entre ese hueco que queda entre su cuello y su hombro, que parece hecho a medida para ti. Y verías cada noche una peli de terror, pero solo si es a su lado, para que te defienda de los monstruos que aparecerán en el pasillo de su casa (producto de la imaginación) después de ver la película. Y, ¿sabes qué es lo que más deseas decirles a esos miedos? Que ya le diste por perdido una vez, y no vas a dejar que vuelva a pasar, que el amor de toda una vida se reconoce desde el primer beso, y yo lo descubrí mucho antes de eso. 

martes, 18 de junio de 2013

Y es que así las eternidades se llevan mejor

Cuando le tengo cerca de mi, aún, después de tanto tiempo, no sé como actuar al verle. Lo primero que me llega es su olor, a lo que soy adicta. Es una droga que me encanta aunque algunos, en ocasiones, lo tachen de locura. Tranquila, segura, feliz, así es como me siento a su lado. Claro que llevo mucho tiempo a su lado pero no es tanto el que ha pasado desde aquella mirada, ese acercamiento con final feliz en beso. Todo tiene un principio, y este tipo de principios son los que nunca se olvidan.  
No siempre estamos de acuerdo en todo, pero eso tampoco es malo. Al contrario, siempre me deja ganar con o sin la razón, y eso me gusta. Incluso me gusta pelear con él, me hace sentir viva, reaccionar a lo que estoy viviendo, sentir el miedo a que podría perderle, pero no, eso no permitiré que ocurra.  
Su sonrisa, puedo decir que es el saquito de relucientes vitaminas que me despiertan cada mañana y me hacen ser paciente hasta volver a verle. Y no es por exagerar, pero es preciosa, como su pelo, su voz, sus ojos. Adoro perderme en él, es fácil, sobretodo cuando me besa, creo que ha inventado un millón de besos sólo para mi, y me los administra según la situación. Y si, podría decirse que son mi medicina. Lo que me cura cuando estoy mal. No supe lo que es la perfección hecha beso hasta que no lo hizo mientras lloraba. Y de repente sientes como por un segundo que los músculos que estaban en tensión se relajan, y te da igual que las lágrimas te sienten mal a la cara, sólo deseas que lo vuelva a hacer, y maldices a las lágrimas por no dejarte ver su rostro y mirarle a los ojos para ver lo guapo que está. 
Y es que con amor los besos y caricia adquieren más sentido. Y lo que no son besos, ni lo que son caricias.
Las finas manos dibujan deseos al rozarse con otra piel. Y así todo sienta bien.
Pasan los días, meses, y las cosas del amor no cambian. Las más importantes no.
Los bailes de serpientes encerradas en un cuarto. Las eternas esperas de enfados hasta el reencuentro. Las miradas sonrientes desde un portal. Las ganas de vivir que otorgan los besos.
Y claro, sólo se piensa en él. El resto de cosas parecen innecesarias, totalmente inútiles. Le tienes a él ¿Qué más puedes necesitar? ¿Acaso existe algo que le supere? Está claro que no, o eso lo que a mi me parece.
Que una eternidad es lo que vivimos mientras no me besas y me dices que soy tuya. Y en ese tiempo me convierto en algo frágil, una pompa de jabón, exploto por nada, pero apareces y me convierto otra vez en persona, y me arriesgo a vivir otra eternidad con tal de que regreses cada día para salvarme. Y te escribo versos para que los leas sobre mis curvas. Y ay, nuestra vida se resume en ganas de quererte y ganas de follarte. Y es que así las eternidades se llevan mejor.


viernes, 24 de mayo de 2013

Seguir con la fortuna


Seguir siendo esa que te ve
y observa tu cuerpo desde lo lejos,
como te acercas,
tu forma de andar,
esa sonrisa de medio lado.
Y piensa en amanecer contigo,
agarrada a tu cintura,
besando tu espalda,
que me saca dos cuerpos.

Seguir siendo la que te escucha,
y se sonroja con tu risa
cada minuto del día
y se pierde entre tus manos.

Esa a la que acaricias,
y besas,
y empieza a gemir cuando siente tus labios sobre su cuello.

Ser esa por la que correrías kilómetros
con tal de no perderla,
a la que enamores cada día,
y sigas,
hasta explotar cada día en un concierto de gemidos,
suspiros,
y saliva.

Seguir siendo afortunada,
que sigas sintiéndote afortunado.

Y es por ti


Y es por ti 
por lo que empecé a portarme mal 
a crear monólogos andantes 
y soñar con la excitante realidad.  

Y es por ti 
por lo que aparecieron las ojeras 
y las llamé Romeo y Julieta 
porque estando enamoradas
viven y mueren también por ti 

Y es por ti 
por lo que lloré una vez de alegría 
y en ocasiones la boca sonreía 
sin cumplir el canon con el pobre corazón

Y es por ti 
por quien rompo paredes y relojes 
atravieso ciudades enteras 
y cruzaría el mar (si me dejas)

Y es por ti 
por lo que una sonrisa ya perenne 
ha ocupado mi cara 
y no se va la muy astuta 
y tampoco quiero que lo haga 

Y es por ti  
por lo que (ay) me da la risa tonta 
y damos por terminada la partida 
entre besos, sudor y restos de nuestra ropa 

pero aun así 
y sigo diciendo que es por ti 
por quien extraño cada noche
unos brazos entrelazados 
que unan mi cadera
con cada lunar de tus costillas 

y una tarde fea de Madrid 
puede convertirse en lo más bello para el ser humano 
pero sólo si es por ti 

¿Qué sentirá la gente que no siente nada hacia ti? 
ay 
igual estas palabras 
fueron combinadas en exclusiva, 
para un VIP
y nunca serán leídas en alto (como la buena poesía) 
mientras lo pienso seguiré escribiendo 
imaginando 
y entrelazando 
palabras simples tan sólo para ti. 

lunes, 20 de mayo de 2013

Tal vez te siga recordando aquel día una vez al mes...




La bonita luz que desprende mi mirada al regresar con tu brazo sobre mis hombros un sábado por la noche, como cuando me besaste por primera vez hace ya 463 días y esa incertidumbre de no saber si reír de alegría y nervios o llorar del miedo al ver todos y cada uno de los momentos que siempre quise vivir contigo resumidos en un tan simple como valioso gesto. ¿Y después que?¿Y si era sólo una más? Y es que además llovía, con lo que a mi me gusta la lluvia... Hubiera sido todo un desastre que después de hacerme vivir aquel momento único y con un día como los que me gustan a mi de nubes y lluvia, me hubieras dejado tirada, sola (porque un primer beso con el chico al que le perteneces y te pertenece aún si ser nada más que amigos, de momento, es algo para no olvidar) 
Si me dejas te cuento dos secretos. El primero es que me gusta la lluvia gracias a ti, sí, porque antes de que llegara aquel día, mucho antes, nosotros quedábamos, y siempre (o casi siempre) llovía, y "desgraciadamente" te tocaba llevar el paraguas con la mano izquierda, y arrimarme a ti con la derecha para que no me mojara, igual es que por aquellos tiempos ya estaba aquel beso en la lluvia preparado para sorprendernos, a tus ganas, a mis sueños. (Pues podría haber llegado antes, digo yo...) Y me gustaba hablar bajo un paraguas contigo, bajo ese escudo en el que poco a poco se enamoró un corazón. 
El segundo es que ya no me gusta tanto la lluvia, no quiero decir que la odie, ni que prefiera un día de sol decorando un cielo azulado sin presencia nubes. Quiero decir que no me importa ver la luz de vez en cuando, incluso diría que es necesario. Igual si no fuera por esos días, no echaría de menos los días de lluvia en los que aprovechamos que ésta nos permite ir tan juntos que ni el aire nos traspasa, y nuestros cuerpos se rozan, y se mojan también.  
Tal vez te siga recordando aquel día una vez al mes, y me siga emocionando al recordar toda nuestra historia. Yo estoy segura de que seguiré disfrutando al ver el reflejo nuestros cuerpos unidos asomándose a un escaparate en la Gran Vía, y ver que aquel chico que me acompaña es justamente el amor de mi vida.

miércoles, 24 de abril de 2013

Desde el corazón, y no por compromiso




Igual hoy te escribo sin saber muy bien el porqué. No sé si es la necesidad de desahogarme o mantener la mente ocupada. No lo sé.  
No sé cómo me siento, cansada, triste, decepcionada. ¿Por qué? O mejor dicho ¿De qué? Pues vuelvo a lo de siempre: No lo sé. 
Supongo que ahora mismo habla en mi lugar el dolor de cabeza causado por dos horas al sol leyendo para no pensar, y las lágrimas que se han empeñado en invadir mis ojos mientras pretendían prestarle más atención a las letras que a los pensamientos, (y no las he dejado. Y claro de algún modo deberán salir.)
Están acumuladas, como cuando agitas una botella de Coca Cola y esperas un rato, pero al abrirla te sorprendes con que te has empapado. No vale la pena esperar, al final todo acaba manchando. 
Y es que igual siempre es la misma historia. Él se enfada, ella le intenta contentar, él no se deja contentar y la que acaba mal es ella por no haber podido borrar el mal de la cabeza de él. Y se pregunta cosas, igual algo exageradas, pero es que ella le escribe, y las personas que escriben tienden a ser algo exageradas.
A lo mejor ella se cansa de no obtener resultados. De pensar que esa vez será la última cuando sabe que no es cierto. De imaginar que pueda existir otro ser similar a ella y que la pueda remplazar. Igual no quiere pedir más perdón por las malas formas, o ir siempre en busca de la paz. Puede que un día prefiera que sea él quien se acerque a ella (pero desde el corazón y no por compromiso), y haga lo posible por volver a verla sonreír. Pero sin tópicos ni reproches. Preguntando de verdad y no por costumbre. Ganándose las sonrisas sinceras. 
Y esto sólo es un momento más que se suma a la lista. Pero recuerda el ejemplo de la botella de Coca Cola, y que a veces en esta vida hay que agachar la cabeza (aunque sea sólo por amor).

martes, 9 de abril de 2013

Te quiero sólo a ti, y no deberías irte nunca.




Te escribo porque ésto es lo que me hace vivir cada día. Tú me estás haciendo vivir, y escribirte. 
Hablo de imaginar cada noche que duermo contigo. De buscar en cada uno de tus abrazos nuevas formas de sentirte. De jugar juntos, y seguir navegando en este mar, de haberte encontrado estando perdida, de habernos besado. Eres lo que siempre quise aunque me hicieras daño, y a día de hoy estoy orgullosa de no haber tenido miedo, de haberte dejado entrar en mí. Ahora entiendo lo que se siente al echar de menos de verdad, a echar de menos tus manos tocando mi cuerpo como ese músico que acaricia cada tecla de su piano.  
¿Me comprendes? No pienso ser nadie si no lo eres tú conmigo. Me río, imagino y sueño contigo, únicamente contigo, como lo hace un niño de seis años al acercarse la noche de reyes. Deberías quedarte siempre conmigo, para poder seguir escribiéndote todo aquello que no me atrevo a pronunciarte a los ojos cuando me ahogan los besos y me obligan a dejar de hablarte para solo hacerte. Seguir susurrándote cada noche mis sueños, y contarte mi lista de ciudades para visitar contigo, y mi lista con todos lo animales que te obligaré a que me regales cuando vivamos juntos. Deberías quedarte siempre conmigo, para verme sonreír con las mejillas sonrosadas antes de cerrar los ojos por última vez y atraparte entre mis párpados. Para vernos discutir cada mañana por quién prepara el desayuno, y que después de una guerra de ombligos y cosquillas decidas que sólo piensas desayunar si lo preparas tú.  
Te escribo porque cada trocito de tu sonrisa se me clava en las pupilas. Porque sé que terminaré de volverme loca el día que te marches. Quiero que cada día vuelvas, aún me queda mucho que aprender de tus mañanas curiosas y mucho que mostrarte de mis noches inventando para nosotros mundos que no existen cuando el sol despierta. Porque echaría de menos tu orden y echaría de menos ser esos dos gatos negros jugando a saltar de tejado en tejado sujetados a un colchón en Madrid. Te quiero sólo a ti. Y no deberías irte nunca. 

lunes, 8 de abril de 2013

Jaime Sabines

“Te quiero en la mañana, tarde y noche, te quiero a toda hora y te amo con todo mi corazón y puede ser una tarde lluviosa o una noche cubierta por la obscuridad y te sigo amando, como se ama al mas preciado tesoro y tu por siempre vives en mi pensamiento y sueño que te beso y te abrazo contra mi cuerpo y unas sensaciones extrañas inundan todo mi ser y añoro la dulzura de tus caricias y el sabor a miel de tus labios y la magia de tus manos al tocarme y siento y percibo la mas bella de las sensaciones y por siempre quiero permanecer besándote y abrigado por el mas tierno de los abrazos, mi dulce y bello amor.” Jaime Sabines 

Del que sólo son capaces de vivir los enamorados


Soy tu, soy yo, un nosotros aún con sentido. Hoy me centro en mis trabajos, mis noticias mientras tú caminas por las calles de Madrid, pensado, planeando lo que harás en las próxima horas, quizá mojándote. No ha dejado de llover, no desde aquel frío día de cálido amor en besos chorreando por nuestros labios con las ganas de un volcán por sacar la ardiente lava que lo invade. 
Ahí no fue el principio, ya nos habíamos empezado a querer antes. 
Aunque a veces los errores nos hicieron reencontrarnos tarde siempre estábamos enamorados del mismo modo. 
Aunque luego en esa tarde me besaste, y fuese el fin de aquel principio, el comienzo de algo que es de nuestra única propiedad. 
Puede que aquello no tuviera sentido, o que fuese el momento idóneo para actuar por impulsos, como el hombre que salta ante la desesperación de acabar de una vez con su vida. Saltaste, y yo te cogí de la mano, salté contigo. Hacia el vacío de tus pupilas, hacia lo más hondo de aquel ser de pelo negro y manos con vicio.  
Mi boca se torcía hacia aquello a lo que llaman sonrisa, y que siempre te ha gustado, y se debía a ver realizado algo deseado desde ya tiempo atrás.
Nunca supe por qué ese lugar, justo el centro de Madrid. Sabías que siempre fue mi lugar favorito, la zona bohemia, donde van los artistas y observadores a analizar el gran teatro que es esta ciudad, con sus personajes y decorados.  
Nunca supe por qué ese día, lluvioso. Sabías que tengo un amor especial a los días de lluvia, al tiempo revuelto, al cielo reinado por nubes grises.  
Aquel momento fue único, y cómo no iba a serlo. Aún no estoy segura de si fue algo preparado o actuaste por instisto. Demasiado bonito para ser real pensé aquella noche.  
Probé la miel de tus labios, unos besos con amor. Amor del verdadero, del que se lleva guardando en el corazón desde hace tiempo, del que al salir te deja los ojos con brillo y la sonrisa bien puesta. 
Del que sólo son capaces de vivir los enamorados.  



martes, 2 de abril de 2013

La suerte de mi vida



Es quererle, comprenderle, querer pasar la vida sólo para él. Compartir domingos, mantas y palomitas. Es mi deseo de hacerle el amor hasta el fin de mis días. Y discutir juntos, para luego disfrutar la reconciliación. Es reír, suspirar, hacer ruidos extraños y que se quede mirándome con esa cara desencajada que tanto me encanta. Es tener los ojos brillantes de felicidad, escribir cada palabra pensando en su nombre, en lo que me hace sentir, en lo que me hace vivir, y lo que me espera  vivir junto a él. Mis caprichos, sus consentimientos. Mis borderías, su paciencia. Es querer vivir cada segundo como si fuera el primero, nunca el último, y que me vuelva a enamorar, dejarme enamorar. Es mi miedo a ser remplazada y sus ojos y palabras jurándome que eso nunca pasará, que soy lo mejor de su vida, la mujer de su vida, el amor de su vida. Es mi sonrisa inquieta cuando discutimos, y mis ganas de llorar cuando la tormenta ya ha pasado. Es mi labios rojos y mi pelo despeinado después de vivir mil y una guerras encima o debajo de él. Es arañazos y mordiscos. Es mi inseguridad y sus besos en la frente, sus abrazos cuando hace frío, y sus ganas de tenerme siempre a su lado constantemente. Es él, mi chico, lo mejor de mi vida, el hombre de mi vida, el amor de mi vida, pero por encima de eso, de todo lo bueno que pueda decir, él es la suerte de mi vida. 

Sin ilusión no hay ganas, ni hay amor, ni hay nada.

Hoy siento que volvemos una vez más a lo que nunca dejamos de ser. El sol volvió a salir tras la tormenta, nos da una nueva oportunidad. Nos permite vivir más tiempo juntos. La historia se sigue construyendo, las paredes de nuestro corazón se refuerzan una vez más. Desearía que nada de eso hubiera ocurrido, ninguna pelea, mal entendido. Que no hubiera sido necesario derramar una lágrima cuyo origen no fuese la alegría. Somos nosotros, seguimos siéndolo. A fin de cuentas vivo por ti, río por ti, lloro por ti, e incluso a veces muero por ti (y sin ti). Eres quien más me apoya, quien mejor me conoce, la persona a quien tanto necesitaba y que un día por fin decidió unir nuestras vidas con un beso. En ocasiones, no muchas, hay baches en todo esto. Sentimientos dañados. Malos pensamientos. Pero arreglamos la carretera y seguimos nuestro camino, sabiendo que atrás hubo algo que nos hizo tropezar pero con muchas ganas de seguir luchando cada día un poquito más. Y es por eso por lo que la ilusión no se nos muere, la sostenemos con ternura entre los dos. Debe estar siempre presente, sin ilusión no hay ganas, ni hay amor, ni hay nada. Y entonces es cuando te pido que nunca dejes que se escape, que la guardes en una jaula de cristal, la cierres con llave y la tires al mar, pero no olvides dedicarle unos minutos cada día; a esta ilusión hay que alimentarla, y quererla siempre bien. 


lunes, 25 de marzo de 2013

Juntos.


Quiero esconderme en ti, y que me protejas, que me beses la frente y la nariz con ese amor que te caracteriza. Temblar, que no sea por el frío. Reír, con tus chistes, tus bromas, tus bobadas que tanto me gustan, que me hacen sonreír como una tonta, que me sonrojan las mejillas, que me descubren los dientes para dejar salir ese sonido alegre que me sale cada vez que estoy a tu lado. Y gemir, a tu oído, abrazada a ti, clavándote las uñas, atrapándote con mis manos, mordiéndote el cuello. Y sentirnos infinitos, sentir que no existe nada que me pueda separarnos, que nada nos divide, que somos uno. Un corazón, el tuyo y el mío, el nuestro. Debemos cuidarlo, acunarlo cada noche y cantarle una canción para que se duerma, para que cada día despierte con ganas de más, para que siga viviendo, siga latiendo, que siga haciéndonos sentir amor.  
Hacer todo juntos, hacer lo que queramos, viajar, soñar, reír y llorar. Pero hacerlo juntos.


lunes, 11 de marzo de 2013

Él. Mi norte, tu cuerpo.


Sólo tiene 18 años, se acerca a los 19, y unos ojos marrones que te pueden propulsar a la mayor locura conocida por la mujer. Son dos agujeros negros, como su pelo, el que peina cada día en diagonal. Tiene más experiencias y batallas ganadas que cualquier persona juraría que tuviera a primera vista. 
No hablo de sangre, mucho menos de cobardía. Sólo 15 minutos le separan de la dueña de su corazón, la que cuenta que puede que sea el más leal y honrado ser existente en la tierra. 
Él. Es el que le da vida a estas palabras, el que a través de recuerdos, de sentimientos y planes prometidos para un futuro hace que pueda escribir esto en su honor. Fidelidad, nobleza, confianza. Él. Dicen que los chicos desinteresados son los más bonitos. No, el más bonito es él, que a pesar de haber pasado horas enteras a tu lado te dice a los 5 minutos de dejarte en tu casa que ya te echa de menos, el que cuida y protege, y el que te da la seguridad de saber que jamás te fallaría. Él. El único ser en la tierra que ha conseguido hacer sentir a una chica de hielo eso a lo que llaman amor, felicidad, una explosión, lo que puede sentir una niña cuando le regalan una piruleta y la dejan mancharse los zapatos en el parque un día de lluvia. 
El sonido de una risa trae a mi mente su recuerdo, algo tan bonito como mojarse en la playa un día caluroso, o tan confortable como taparse con un manta y tomar un café un día en el que cielo llora por las calles de Madrid. 
Tiene tres amores, que nunca le fallaremos, siempre dormiremos en su corazón, para ver el brillo de sus ojos pardos mezclado con la sonrisa que decora su rostro cuando la felicidad le llena el cuerpo, cuando le sobran besos y abrazos para repartir. Él. Y su olor a hogar, a lugar acogedor, como sus brazos cuando se entrelazan acariciando mi contorno, cuando me pide que no trate de escaparme nunca de ese lugar.
Y yo pienso si de verdad sería tan masoquista como para huir de mi hogar, de su corazón. No, para nada, sería perderme, romper con mi equilibrio, desorientar mi rumbo en la vida, perder de vista el punto que marca  mi brújula, mi propia estrella polar,  mi norte, su cuerpo. 
Puedo hablar de su físico, de todo lo que me ha hecho sentir, de todo lo que siento por él... pero me faltarían palabras existentes que expresaran el amor, la seguridad y la felicidad que yo siento a su lado. Con él. Gracias a él. Eternamente por él.
Y es que a estas alturas de esta aventura en la que embarcarnos hace ya muchos años, la eternidad de mi vida y todos los sentimientos que pueda albergar en ella te pertenecen sólo a ti.

domingo, 10 de marzo de 2013

Pasado, presente y futuro. Tú.



Sobra ya decir que lo eres todo para mi, que no seré nada si desapareces de mi vida, y que por nada del mundo lo deseo. Puedo decirte que me encanta planear nuestra vida juntos, aunque no se cumpla con exactitud, aunque los nombres de nuestros hijos no sean los que pensamos ayer, aunque no visitemos México en nuestra luna de miel, aunque en nuestra boda no bailemos un vals... yo seré feliz si tú eres el hombre que me acompaña en mi futuro.
Si es que me da igual vivir en París, Madrid o Cádiz si estoy a tu lado, yo seguiré con las misma ganas de abrazarte, de rechazarte besos y sacarte la lengua, de hacerme la listilla aunque no tenga ni idea de lo que hablamos, sólo para verte después riéndote de mi, de mis tonterías, mis cosas de niña pequeña, de mujer enamorada, enamorada de ti.
Y si nos ponemos a pensar en el futuro, yo sólo puedo decirte que al igual que mi presente, mi futuro eres tú.

sábado, 2 de marzo de 2013

De mirarnos y sonreír


Cuando el amor y la necesidad se mezclan con la dependencia surge un vínculo nuevo, una nueva sensación, la de sentir que si pierdes a esa persona te pierdes a ti misma, la de saber que si algo va mal con él, todo irá mal con el resto del mundo. Y de eso te quiero hablar, de mi amor por ti, que lo engloba todo. De cómo se me encoge el corazón cuando te veo mal, de como se me congela el cuerpo cada vez que siento que algo no va bien. Y podemos prometernos miles de años, miles de sonrisas y paseos juntos, un futuro perfecto, y seguiré sintiendo lo mismo cuando algo sea extraño. Que no existe la pareja perfecta ni el amor eterno, quizá, pero ¿sabes? creo que tengo (que tenemos) el derecho a descubrirlo por nosotros mismos, y comprobar que no todo sea como el mundo dicta, que aún quedan personas que se enamoran de verdad. Tenemos derecho a besarnos hasta que nos duelan los labios, de hacer el amor tantas veces como nos permita el cuerpo, de mirarnos y sonreír como tontos. Derecho a todo, lo que sea, pero contigo.

jueves, 28 de febrero de 2013

Tenlo siempre presente


Extraño y raro, es algo inexplicable, es un sentimiento indescifrable. No es tristeza, no hay motivos. Tampoco es dolor, eso tiene aún menos sentido que la tristeza. Podría decirse que es dependencia, de ti, de tus ojos mirándome, derritiéndose de amor. Dependencia de tus bromas, de ir por la calle agarrada a ti, como si me convirtiera en un ser desequilibrado sin tu compañía. Desequilibrio en todos los sentidos, físico y psíquico, es difícil de explicar. Mis paranoias, mis complejos, mis miedos, en definitiva: yo, me vuelvo diferente si no estás. Necesito de tus besos, tus abrazos, tus manos recorriendo cada hueco y recoveco de mi cuerpo. Necesito atardeceres acurrucada en ti, cafés ardiendo, cumplir nuestros calendario compartido, escuchar Pereza y amanecer charlando con cara de locos. Compartir almohada y ganas de deshacer la cama. Puede que lo que sienta sea impaciencia por vivir a tu lado, por vivir nuestro sueño. Y es que aún hay algo que nunca te he dicho, y siento que este es el momento idóneo para hacer: Eres mi vida. 
No hay más, después de ti no hay vida, hay supervivencia, pero no vida. Imagino que sería algo parecido a un ser vegetal que vive del oxígeno que le proporcionan otros seres, pero no vive, no siente, ni oye ni escucha. Un muerto en vida. 
Y una vez más me declaro y te digo que estoy enamorada, que no hay vida sin ti, que te necesito, que soy dependiente de ti. Tenlo siempre presente.