lunes, 25 de marzo de 2013

Juntos.


Quiero esconderme en ti, y que me protejas, que me beses la frente y la nariz con ese amor que te caracteriza. Temblar, que no sea por el frío. Reír, con tus chistes, tus bromas, tus bobadas que tanto me gustan, que me hacen sonreír como una tonta, que me sonrojan las mejillas, que me descubren los dientes para dejar salir ese sonido alegre que me sale cada vez que estoy a tu lado. Y gemir, a tu oído, abrazada a ti, clavándote las uñas, atrapándote con mis manos, mordiéndote el cuello. Y sentirnos infinitos, sentir que no existe nada que me pueda separarnos, que nada nos divide, que somos uno. Un corazón, el tuyo y el mío, el nuestro. Debemos cuidarlo, acunarlo cada noche y cantarle una canción para que se duerma, para que cada día despierte con ganas de más, para que siga viviendo, siga latiendo, que siga haciéndonos sentir amor.  
Hacer todo juntos, hacer lo que queramos, viajar, soñar, reír y llorar. Pero hacerlo juntos.


lunes, 11 de marzo de 2013

Él. Mi norte, tu cuerpo.


Sólo tiene 18 años, se acerca a los 19, y unos ojos marrones que te pueden propulsar a la mayor locura conocida por la mujer. Son dos agujeros negros, como su pelo, el que peina cada día en diagonal. Tiene más experiencias y batallas ganadas que cualquier persona juraría que tuviera a primera vista. 
No hablo de sangre, mucho menos de cobardía. Sólo 15 minutos le separan de la dueña de su corazón, la que cuenta que puede que sea el más leal y honrado ser existente en la tierra. 
Él. Es el que le da vida a estas palabras, el que a través de recuerdos, de sentimientos y planes prometidos para un futuro hace que pueda escribir esto en su honor. Fidelidad, nobleza, confianza. Él. Dicen que los chicos desinteresados son los más bonitos. No, el más bonito es él, que a pesar de haber pasado horas enteras a tu lado te dice a los 5 minutos de dejarte en tu casa que ya te echa de menos, el que cuida y protege, y el que te da la seguridad de saber que jamás te fallaría. Él. El único ser en la tierra que ha conseguido hacer sentir a una chica de hielo eso a lo que llaman amor, felicidad, una explosión, lo que puede sentir una niña cuando le regalan una piruleta y la dejan mancharse los zapatos en el parque un día de lluvia. 
El sonido de una risa trae a mi mente su recuerdo, algo tan bonito como mojarse en la playa un día caluroso, o tan confortable como taparse con un manta y tomar un café un día en el que cielo llora por las calles de Madrid. 
Tiene tres amores, que nunca le fallaremos, siempre dormiremos en su corazón, para ver el brillo de sus ojos pardos mezclado con la sonrisa que decora su rostro cuando la felicidad le llena el cuerpo, cuando le sobran besos y abrazos para repartir. Él. Y su olor a hogar, a lugar acogedor, como sus brazos cuando se entrelazan acariciando mi contorno, cuando me pide que no trate de escaparme nunca de ese lugar.
Y yo pienso si de verdad sería tan masoquista como para huir de mi hogar, de su corazón. No, para nada, sería perderme, romper con mi equilibrio, desorientar mi rumbo en la vida, perder de vista el punto que marca  mi brújula, mi propia estrella polar,  mi norte, su cuerpo. 
Puedo hablar de su físico, de todo lo que me ha hecho sentir, de todo lo que siento por él... pero me faltarían palabras existentes que expresaran el amor, la seguridad y la felicidad que yo siento a su lado. Con él. Gracias a él. Eternamente por él.
Y es que a estas alturas de esta aventura en la que embarcarnos hace ya muchos años, la eternidad de mi vida y todos los sentimientos que pueda albergar en ella te pertenecen sólo a ti.

domingo, 10 de marzo de 2013

Pasado, presente y futuro. Tú.



Sobra ya decir que lo eres todo para mi, que no seré nada si desapareces de mi vida, y que por nada del mundo lo deseo. Puedo decirte que me encanta planear nuestra vida juntos, aunque no se cumpla con exactitud, aunque los nombres de nuestros hijos no sean los que pensamos ayer, aunque no visitemos México en nuestra luna de miel, aunque en nuestra boda no bailemos un vals... yo seré feliz si tú eres el hombre que me acompaña en mi futuro.
Si es que me da igual vivir en París, Madrid o Cádiz si estoy a tu lado, yo seguiré con las misma ganas de abrazarte, de rechazarte besos y sacarte la lengua, de hacerme la listilla aunque no tenga ni idea de lo que hablamos, sólo para verte después riéndote de mi, de mis tonterías, mis cosas de niña pequeña, de mujer enamorada, enamorada de ti.
Y si nos ponemos a pensar en el futuro, yo sólo puedo decirte que al igual que mi presente, mi futuro eres tú.

sábado, 2 de marzo de 2013

De mirarnos y sonreír


Cuando el amor y la necesidad se mezclan con la dependencia surge un vínculo nuevo, una nueva sensación, la de sentir que si pierdes a esa persona te pierdes a ti misma, la de saber que si algo va mal con él, todo irá mal con el resto del mundo. Y de eso te quiero hablar, de mi amor por ti, que lo engloba todo. De cómo se me encoge el corazón cuando te veo mal, de como se me congela el cuerpo cada vez que siento que algo no va bien. Y podemos prometernos miles de años, miles de sonrisas y paseos juntos, un futuro perfecto, y seguiré sintiendo lo mismo cuando algo sea extraño. Que no existe la pareja perfecta ni el amor eterno, quizá, pero ¿sabes? creo que tengo (que tenemos) el derecho a descubrirlo por nosotros mismos, y comprobar que no todo sea como el mundo dicta, que aún quedan personas que se enamoran de verdad. Tenemos derecho a besarnos hasta que nos duelan los labios, de hacer el amor tantas veces como nos permita el cuerpo, de mirarnos y sonreír como tontos. Derecho a todo, lo que sea, pero contigo.