viernes, 24 de mayo de 2013

Seguir con la fortuna


Seguir siendo esa que te ve
y observa tu cuerpo desde lo lejos,
como te acercas,
tu forma de andar,
esa sonrisa de medio lado.
Y piensa en amanecer contigo,
agarrada a tu cintura,
besando tu espalda,
que me saca dos cuerpos.

Seguir siendo la que te escucha,
y se sonroja con tu risa
cada minuto del día
y se pierde entre tus manos.

Esa a la que acaricias,
y besas,
y empieza a gemir cuando siente tus labios sobre su cuello.

Ser esa por la que correrías kilómetros
con tal de no perderla,
a la que enamores cada día,
y sigas,
hasta explotar cada día en un concierto de gemidos,
suspiros,
y saliva.

Seguir siendo afortunada,
que sigas sintiéndote afortunado.

Y es por ti


Y es por ti 
por lo que empecé a portarme mal 
a crear monólogos andantes 
y soñar con la excitante realidad.  

Y es por ti 
por lo que aparecieron las ojeras 
y las llamé Romeo y Julieta 
porque estando enamoradas
viven y mueren también por ti 

Y es por ti 
por lo que lloré una vez de alegría 
y en ocasiones la boca sonreía 
sin cumplir el canon con el pobre corazón

Y es por ti 
por quien rompo paredes y relojes 
atravieso ciudades enteras 
y cruzaría el mar (si me dejas)

Y es por ti 
por lo que una sonrisa ya perenne 
ha ocupado mi cara 
y no se va la muy astuta 
y tampoco quiero que lo haga 

Y es por ti  
por lo que (ay) me da la risa tonta 
y damos por terminada la partida 
entre besos, sudor y restos de nuestra ropa 

pero aun así 
y sigo diciendo que es por ti 
por quien extraño cada noche
unos brazos entrelazados 
que unan mi cadera
con cada lunar de tus costillas 

y una tarde fea de Madrid 
puede convertirse en lo más bello para el ser humano 
pero sólo si es por ti 

¿Qué sentirá la gente que no siente nada hacia ti? 
ay 
igual estas palabras 
fueron combinadas en exclusiva, 
para un VIP
y nunca serán leídas en alto (como la buena poesía) 
mientras lo pienso seguiré escribiendo 
imaginando 
y entrelazando 
palabras simples tan sólo para ti. 

lunes, 20 de mayo de 2013

Tal vez te siga recordando aquel día una vez al mes...




La bonita luz que desprende mi mirada al regresar con tu brazo sobre mis hombros un sábado por la noche, como cuando me besaste por primera vez hace ya 463 días y esa incertidumbre de no saber si reír de alegría y nervios o llorar del miedo al ver todos y cada uno de los momentos que siempre quise vivir contigo resumidos en un tan simple como valioso gesto. ¿Y después que?¿Y si era sólo una más? Y es que además llovía, con lo que a mi me gusta la lluvia... Hubiera sido todo un desastre que después de hacerme vivir aquel momento único y con un día como los que me gustan a mi de nubes y lluvia, me hubieras dejado tirada, sola (porque un primer beso con el chico al que le perteneces y te pertenece aún si ser nada más que amigos, de momento, es algo para no olvidar) 
Si me dejas te cuento dos secretos. El primero es que me gusta la lluvia gracias a ti, sí, porque antes de que llegara aquel día, mucho antes, nosotros quedábamos, y siempre (o casi siempre) llovía, y "desgraciadamente" te tocaba llevar el paraguas con la mano izquierda, y arrimarme a ti con la derecha para que no me mojara, igual es que por aquellos tiempos ya estaba aquel beso en la lluvia preparado para sorprendernos, a tus ganas, a mis sueños. (Pues podría haber llegado antes, digo yo...) Y me gustaba hablar bajo un paraguas contigo, bajo ese escudo en el que poco a poco se enamoró un corazón. 
El segundo es que ya no me gusta tanto la lluvia, no quiero decir que la odie, ni que prefiera un día de sol decorando un cielo azulado sin presencia nubes. Quiero decir que no me importa ver la luz de vez en cuando, incluso diría que es necesario. Igual si no fuera por esos días, no echaría de menos los días de lluvia en los que aprovechamos que ésta nos permite ir tan juntos que ni el aire nos traspasa, y nuestros cuerpos se rozan, y se mojan también.  
Tal vez te siga recordando aquel día una vez al mes, y me siga emocionando al recordar toda nuestra historia. Yo estoy segura de que seguiré disfrutando al ver el reflejo nuestros cuerpos unidos asomándose a un escaparate en la Gran Vía, y ver que aquel chico que me acompaña es justamente el amor de mi vida.