Despertar un día cualquiera y darte cuenta de que no eres nadie. O al menos eso te hacen sentir las personas que te rodean.
No encontrar una mirada tierna en un momento de angustia.
Un abrazo en un momento de cansancio.
O una sonrisa en un momento de tristeza.
Y tener una extraña sensación de soledad con tanta gente alrededor.
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