martes, 16 de julio de 2013

A veces necesito verte para creerme a mi misma


Debo haberte dado las gracias, y haberte imaginado así tantas veces como me ha sido posible, pero aun así creo que no son todavía suficientes. No me salen las cuentas, y me sale a devolver cientos de noches durmiendo mal y tarde, pensando en cómo podría decírtelo, sin contar aquellas en las que llorando me he insultado a mi misma por no tener el valor que se necesita para hacerlo.  
Y ahora, gracias a ti, creo que he cruzado la delgada línea en la que me atrevo a decírtelo todo, que es sólo una cosa, pero que si no se dice con el corazón no sirve de nada. Supongo que hasta podría ver la muerte como algo bonito si me llega abrazada a ti, sin importarme nada. Y ojalá no me sueltes nunca. Nunca antes me había gustado tanto sonreír como ahora, ni abrazar a alguien, ni sentir dependencia. Y menos mal. Espero que tengas bien guardadas en tu habitación (y en tu corazón) todas las sonrisas que me sacas. Y de las lágrimas no te preocupes, siempre y cuando seas tú el que me consuele, no me importa llorar. Valoro mucho las sonrisas que surgen gracias a ti, ¿sabes? porque tu eres la única persona que tiene un millón de motivos (o quizá sólo uno) para hacerme llorar, y claro, no podría soportar la distancia si dura más de siete días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario