martes, 29 de julio de 2014

Vida

Cogimos confianza mucho antes de besarnos, contarnos problemas, contarte la vida, que me preguntaras cada mes si me gustaba algún chico, y a ver quién se atrevía a decirte que eras tú al que quería, y a ver quién le plantaba cara al miedo, al temor al rechazo. Quién hubiese pensado años después que por fin llegaría el momento que más veces he soñado cada noche en mi vida. Y aún pienso que no soy lo suficientemente buena. Tú, que eres tanto de deporte; yo, que necesito dormir más horas al día que un bebé para no estar de mal humor. Tú, que quieres calor y playa, y vivirías felizmente comiendo pescaito en cualquier playa perdida del sur; yo, que prefiero los días nublados de capucha y moño mal hecho. Y todo sea por pasar desapercibida, por no crear falsas ilusiones. Días tristes para una chica gris, hasta que por fin llegaste tú, pero no como siempre, sino como el amor de mi vida recién salido de aquellos sueños en los que duermo como un bebé, y a partir de ese momento me gusta cada día más el sol, para poder ver más facilmente tu cuerpo y tu piel morena, e incluso me iría a vivir contigo a ese sur que tanto encanta si eso significara tu felicidad, y entonces, la mía. ¿Y qué más da el lugar? Playa, sol, jaleo. Ríos, nubes, silencio. Norte. Sur. Desde aquel momento te convertiste en norte, en sur y en el centro de todo mi mundo. Y qué le voy a hacer, si ya te di por perdido una vez.
Y fue un milagro reencontrarte enamorado de mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario