miércoles, 30 de enero de 2013

Nos pertenecemos.




A estas alturas de la vida creo que puedo afirmar que te pertenezco, que soy tuya, que eres tú el que cada día decide cómo me voy a sentir, si me toca ser feliz, si me toca estar mal, o si me voy a tener que pasar todo el día pensando en ti y en como hacerte un poquito más feliz. 
Al igual que podría afirmar que tú me perteneces a mi. Pero con una diferencia: el tiempo. 

¿Desde cuando te pertenezco? ¿Desde cuando me perteneces? 
Creo que yo te puedo decir exactamente desde cuando te pertenezco. Te pertenezco desde el momento en el que te perdí. Hace ya unos cuantos años. Desde el momento en que desapareciste de mi vida y cuando volviste trajiste bajo el brazo un montón de dudas, un montón de inseguridades, y sobre todo a otra persona. 

Desde ese momento me di cuenta de que te quería, que no quería que fueras de ninguna otra, sólo mío. 
Me conformé con ser tu amiga, con escucharte, darte apoyo, incluso consejos para que fueras feliz con otra que no fuera yo. Suena irónico. Pero me conformaba con verte feliz. 

Pero esa persona iba, venía, te hacía la vida imposible, vi como te utilizaba, como jugaba contigo, hacía lo que quería contigo. Y ahí fue realmente, cuando dije que eso tenía que cambiar, que yo quería que fueras feliz, y odiaba la situación en la que estabas. No pude arreglarlo, no pude ayudarte, y no sabes cuánto los siento. Lo único que hice fue enfadarme, contigo y conmigo, dejar de hablarte sin más de la noche a la mañana, sin darte explicación alguna. 

Creo que hice mal por no decirte nada, a lo mejor así hubieran cambiado las cosas antes.
Siento tanto no haber sido sincera contigo desde un primer momento... pero se veía tan lejos que existiera una mínima posibilidad de que te enamoraras de mi... 
Y eras mi amigo, mi mejor amigo, y por entonces me conformaba con eso, con ser tu mejor amiga, aunque yo nunca te llegué a ver como esa clase de amigo con el que no te imaginas besándote, o viviendo una historia de amor. 

Más de una y más de dos noches pensaba en cómo serían las cosas si nosotros fuésemos novios. Y bien, por fin, después de varios errores, después de meses sin hablarnos, de pensar que no nos volveríamos a hablar nunca, por fin sucedió, y me siento cobarde por no haber sido yo la que diera el paso... pero precisamente por eso te pertenezco completamente, porque fuiste tú el que me dio el empujoncito, fuiste tú el que aquella tarde dio un paso adelante y se lanzó sin saber cual sería mi reacción. 

Mi reacción es esta, que te puedo decir sin ningún miedo que estoy enamorada de ti, y que te quiero. No diré que te quiero más que nadie, o mejor que nadie, te diré que la forma en la que te quiero no se puede comparar, porque tú eres incomparable, eres único, y eres mío.


No hay comentarios:

Publicar un comentario